«No importa cuán rico sea un hombre sobre la tierra, ante Dios sigue siendo un mendigo”.
Agustín de Hipona,
Sermones
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“El que posee un castillo es rico. El que abandona voluntariamente el castillo es más rico aún, pues tiene el mundo entero a su disposición y ya no tiene nada que perder”.
«Aunque ya no se cree que los diamantes curan enfermedades o actúan como bolas de cristal, continúan simbolizando la riqueza, el poder, el amor y el honor. Sólo en los últimos años —cuando ha aumentado la difusión pública del baño de sangre desencadenado por el control de la inmensa riqueza de Sierra Leona— la gente ha empezado a saber que los diamantes que se encuentran en las joyerías de los lugares donde vive pueden haber iniciado su viaje en las manos de quienes han torturado y matado para obtenerlos».
«La única obligación (si no resulta excesiva esta palabra) de quienes están en el fondo es tener fe en la misericordia de Dios, mientras que la obligación de quienes están arriba es poner de manifiesto la misericordia de Dios ante quienes no tienen nada».
“Sería exagerado decir que en toda la historia no ha habido progreso de orden material. Incluso ahora, en un periodo de decadencia, el ser humano común tiene mejores condiciones físicas que las que tenía siglos atrás. Pero ninguna acumulación de la riqueza, ningún refinamiento de las costumbres, ninguna reforma o revolución ha conseguido reducir aunque sea un milímetro la desigualdad entre los hombres”.
“La riqueza y su acumulación hoy imperan como valores fundamentales de conducta sin importar la manera en que se devenguen. Después de todo, la sociedad del libre mercado gira en torno del valor como expresión del intercambio generalizado de equivalentes, y de la mercancía, expresión y sustento físico del valor. Así las riquezas han conseguido opacar a los valores como reglas de conducta universal”.
“El millonario que todos tenemos en la cabeza frecuentemente tiene poco que ver con quien realmente es rico y quien sólo es gastalón”.
“La cura para el egoísmo es un generoso desborde de lo que se posee, ya sea en el prójimo o en Dios. La gente rica se pierde mucha felicidad en la vida acumulando más y más riqueza, en lugar de visitar las zonas pobres y ayudar en forma individual a los hambrientos y a los enfermos. Hay que ayudar al prójimo porque es otro sí mismo…”
“Cualquier contacto sano con el otro me enriquece en sí mismo y más aún cuando puedo dar de mí”.
«Los impuestos, cobrados a quien se debe cobrar, evitando la corrupción y aplicados con inteligencia, deben servir para reducir la brecha entre la riqueza y la pobreza».
“El mundo de los hombres es un inmenso campo de lucha por la riqueza y el poder, y demasiados sufrimientos y atrocidades les ocultan el rostro de Dios”.
«Tener una gran sensibilidad es una enorme riqueza. Significa la capacidad de sentir el mundo que nos rodea, de captarlo en su complejidad y en sus detalles. La persona sensible es como si viera el mundo en color, frente a quien lo ve solo en blanco y negro».
“Los ricos viven en mayores angosturas que los pobres que nada tienen que perder y tienen todo en la vida por ganar”.
«Una vez que se ha abierto la caja de Pandora, nadie puede volver a cerrarla. Nadie parece capaz de obligar a los países ricos a serlo menos, nadie parece capaz de detener a los países pobres en su carrera por una vía que nosotros mismos les hemos enseñado. Quienes conocen El Cairo, Lagos, Ciudad de México, Calcuta y tantos otros lugares semejantes, llegan contando el infernal cóctel creado por la mezcla de subdesarrollo y mimetismo de los peores modelos de vida de los países denominados «avanzados»».
«Llamo a la gente «rica» cuando son capaces de satisfacer las necesidades de su imaginación».
UNA DOSIS DIARIA 