Hace 12 años empecé este proyecto personal llamado ‘Una dosis diaria’ en el cual por espacio de todo este tiempo estuve compartiendo cada día un pensamiento tomado de los libros que leo. Empecé esto como un reto para disciplinarme a compartir un poco de lo mucho que recibo en la lectura, que es una cuestión que me apasiona y que ahora, en los últimos años, ha pasado la mayoría de las veces del papel a los formatos digitales en mi lector Kobo.
Creo que pude llegar a la mente y al corazón de mis lectores aquí directamente, así como en Facebook, en LinkedIn, Twitter y otros medios, pero, en estos últimos meses, las condiciones de trabajo que me sobrepasan, me hacían escribir antes de que los gallos empezaran a cantar o a juntar los párrafos de los libros y publicar los de varios días al mismo tiempo.
Yo creo firmemente que la vida tiene etapas que se van viviendo de acuerdo a las circunstancias que Dios nos va marcando en el diario devenir y por eso, ante la imposibilidad de encontrar más tiempo para pasar a este medio lo subrayado en los libros, es tiempo de decir adiós al blog y dejarlo abierto en Internet para quien guste tomar alguno de estos pensamientos de muchos escritores que han pasado por mi vida.
Seguiré leyendo, por supuesto, pero ya sin la presión de buscar un tiempo para copiar el texto y buscar una fotografía que lo acompañe.
Agradezco de todo corazón a quienes a lo largo de estos 12 años se han tomado un tiempo para leer cada entrada y a quienes me han enriquecido con sus comentarios. Todos saben que como sacerdote católico y como religioso misionero, ante la crisis de vocaciones, las tareas que me encomienda la Iglesia se multiplican y además los años, no pasan en valde.
Bajo la mirada amorosa de María me encomiendo a las oraciones que eleven a Dios por mí y les dejo mi bendición.
Padre Alfredo.