“En comunidad, no podemos estar siempre en armonía total: El Espíritu que Cristo nos da para guiarnos y amarnos no es prisionero de un ambiente perennemente cálido y armonioso. Pero ciertamente el Espíritu está allí donde las hermanas y los hermanos deciden, quizá dolorosamente, no dejar que el sol les sorprenda en su enojo, y emprenden un proceso concreto de reconciliación (Ef 4,26-27).”
Lucie Licheri,
Por un simple «sí»