«Una de las grandes bendiciones que recibimos en nuestra vida como padres es escuchar las oraciones de nuestros hijos. Cuando son pequeños, los niños oran sin la presuntuosidad que a veces aparece en nuestras plegarias de adultos; sin esa especie de «oraciones fijas», ese idioma que usamos más con la intención de agradar a cualquiera que pueda estar escuchando que a Dios».
Todd Burpo,
El cielo es real