“Donde Dios quiera que estés, Él te mantiene a salvo y te da paz, aun cuando haya dolor”.
Henri J. M. Nouwen,
La voz interior del amor
“Donde Dios quiera que estés, Él te mantiene a salvo y te da paz, aun cuando haya dolor”.
Henri J. M. Nouwen,
La voz interior del amor
«Donde Dios quiera que estés, Él te mantiene a salvo y te da paz, aun cuando haya dolor».
Henri J. M. Nouwen,
La voz interior del amor
“Quien dice espiritualidad dice vida, espíritu, aliento, plenitud, interioridad. Podemos añadir, cuando se trata de espiritualidad cristiana: deseo, compromiso, amor, salvación, Cristo”.
Jaques Gauthier,
Diez actitudes interiores
«Únicamente el amor de Dios puede desenredar la maraña de remordimientos y resentimientos que nos impiden salir adelante. Únicamente el Médico Divino puede sanar nuestro corazón».
Dawun Eden,
Nunca olvides la misericordia de Dios
“El camino siempre es Cristo. Y también el gozo. Él ha venido para que los hombres tengan vida, para compartir la alegría de la salvación”.
Carlos Amigo Vallejo,
Retorno al amor perdido
“En nuestros tiempos, parece que es cada vez más difícil para las personas escuchar la voz de Jesús y su promesa de salvación. Hay muchas otras voces y maneras de vivir”.
José H. Gómez,
Testigos para el nuevo mundo de la fe
“En el carisma de los apóstoles, la oración no es alternativa a la acción. Es una misma vida con la acción. Oración y apostolado no son más que la expresión de un solo amor, en el cual el hombre acoge y expande la actividad divina. Participando a esta acción salvadora, en cada momento, el apóstol recibe y construye su propia unificación vital.
Santiago Mª. González Silva,
La vida religiosa apostólica
«El drama del mundo devastado y contaminado tiene su principio, como cualquier otro, en el pecado de todos y cada uno de los hombres. Pero, para derrotar al pecado, ciertamente no bastan las leyes, multas, cortejos y cursos escolares. En este caso, la salvación llega con la conversión del saber «tener menos» para «ser más».»
Vittorio Messori,
Los desafíos del católico
“Señor Jesús, ven a nuestro encuentro a lo largo de los senderos de nuestros humanos extravíos. Entra por las puertas cerradas por nosotros y sopla sobre nuestras caras la fragancia de tu Espíritu; entonces viviremos también nosotros como resucitados anunciando con alegría a todos los hombres que tú eres el único nuestro Salvador”.
Anna María Cánopi,
El Evangelio de la alegría
«Lo más parecido a un hombre sin entrañas de misericordia es el hombre egoísta. No sabe salir de sí mismo. No se siente conmovido ante la situación de los demás. No le interesa ni la vida, ni la felicidad, ni la salvación de nadie. En realidad, tampoco la suya, pues nada carcome tanto la vida del hombre como la falta de amor».
Carlos Amigo Vallejo,
Retorno al amor perdido
“Si se llega a comprender que la alegría es un fruto gratuito de Dios, los cristianos han de procurar responder a esta dádiva con gratitud. Al dar gracias por la alegría, están agradeciendo el don de la salvación y de la herencia de los santos en la luz”.
José-Román Flecha Andrés,
Amor y alegría. El fruto del Espíritu
«El misionero nunca detiene su mirada en exterioridades; las almas son las que le cautivan; y allí a donde haya un alma qué salvar, va gozoso, pues jamás olvida que una sola vale tanto, como toda la Sangre de Jesucristo».
María Inés Teresa Arias,
La Lira del Corazón
“Dios nunca llama a nadie para que busque su bien propio, o haga su propio gusto; sino siempre para servirlo en la obra de salvación a favor de su gente”.
Carlos Ignacio González,
Madre del Señor y Madre nuestra
“Debemos ser en medio de los hombres testigos pacíficos del Todopoderoso, hombres sin avaricias y sin desprecios, capaces de hacerse realmente sus amigos. Es nuestra amistad lo que ellos esperan, una amistad que les haga sentir que son amados de Dios y salvados en Jesucristo”.
Éloi Leclerc,
Sabiduría de un pobre
“Para el Salvador del mundo, para aquel en vista del cual todo fue creado (cf. Col 1,16», no hay sitio. «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt 8,20). El que fue crucificado fuera de las puertas de la ciudad (cf. Hb 13,12) nació también fuera de sus murallas”.
Benedicto XVI,
La infancia de Jesús.
“Estamos siempre en un clima de deseo, de esperanza, de tensión hacia las cosas futuras, y también en un clima de ferviente reconocimiento de lo que por la gracia ya nos fue donado; el encuentro con Cristo, aquel que nos dona la salvación y, por ende, la alegría. En Él, en efecto, vemos personificado el amor, la bondad del Padre. Es Él mismo el Reino de los Cielos; es él el alegre anuncio”.
Anna María Cánopi,
El Evangelio de la alegría
«Si se tiene el sentido del mundo como «creación» y «don», es mucho más fácil que se sienta la vida como digna de ser vivida. Hoy es necesario anunciar esto a nuestros jóvenes para darles inyecciones de optimismo, que es salud, que es camino de salvación, que es asunción de responsabilidad».
Pier Giordano Cabra,
La vida religiosa en misión
«Con frecuencia la humanidad se encuentra en la incertidumbre, confundida y preocupada (cf Mt 9, 36), pero la Palabra de Dios no pasa; recorre la historia y, con el cambio de los acontecimientos, permanece estable y luminosa (Mt 24, 35). La fe de la Iglesia está fundada en Jesucristo, único Salvador del mundo: ayer, hoy y siempre (cf Hb 13, 8)”
Juan Pablo II,
Mensaje para la XII Jornada Mundial de la Juventud, 1997
«Solamente Dios puede cambiar y sanar el corazón que Él creó y cuyas profundidades y sentimientos sólo Él conoce: «Quitaré de su cuerpo su corazón de piedra y les daré un corazón de carne » (Ez 11,19). Nuestro Dios salvador comenzó su vida pública diciendo que había sido enviado para sanar a los de quebrantado corazón: «El Espíritu del Señor está sobre mí… para sanar a los de quebrantado corazón» (Lc 4,18).»
Francis Larkin,
Comprendiendo al corazón
«Qué importante es descubrir en la actualidad que solo Dios responde a la sed que hay en el corazón de todo ser humano. En nuestra época se ha difundido lamentablemente, sobre todo en Occidente, la idea de que Dios es extraño a la vida y a los problemas del hombre y, más aún, de que su presencia puede ser incluso una amenaza para su autonomía. En realidad, toda la economía de la salvación nos muestra que Dios habla e interviene en la historia nen favor del hombre y de su salvación integral».
Benedicto XVI,
Verbum Domini